[Resumen extraído de la fuente original]

Conforme huye irreparablemente el tiempo para volver en sucesión ininterrumpida los meses y los años, van y vienen las festividades que celebran la Iglesia y el pueblo de un modo tradicional; inconmovibles aquellas, en sus seculares ritos, como impuestos por divinas inspitaciones, transformándose y perdiendo su antiguo vigor estas como todo lo que es humano y falible. Así, mientras avanzamos civilizándonos de un modo materialista, perfeccionándonos en la ciencia de destruir, retrocedemos a la Caverna espiritualmente, incapacitándonos para conservar y aumentar el patrimonio tradicional que nos legaron pasadas generaciones. 

Sin pretender la implantación total de costumbres idas, con su secuela de supersticiones, tratamos de recogerlas y guardarlas como preciadas reliquias del pasado, que, contribuyendo a elevar el alma popular con sus prácticas religioso-profanas, adormecían momentáneamente sus dolores corporales, alegrando sus almas crédulas y primitivas. 

Entre las costumbres populares de más arraigo, tenemos los festejos, prácticas milagreras y profanos ritos de las Noches de San Juan. La fantasía popular confió a las aguas, en general, la fortuna de sus amores; colocó junto a las fuentes sus moras encantadas, y es San Juan el Santo de las hogueras, de los lagos, arroyos y cascadas, que en tal noche se visitan y se enguirnaldan en su honor, tal vez porque el divino Precursor del Mesías le bautizó en el Jordán. 

ÍNDICE: I. Hogueras de San Juan y otras | II. Las enramadas | III. Coplas de enramadas | IV. Adivinaciones | V. La mimbre curativa | VI. Las moras encantadas | VII. Otras creencias