[Resumen extraído de la fuente original]

Desde la repoblación de Albuquerque, allá por los finales del siglo XII o principios del XIII, vienen presidiendo el desenvolvimiento de la vida, en la histórica villa, primero en el castillo y después en Santa María del Mercado, donde todavía se veneran, las Santas Reliquias que todos los hijos de aquel pueblo hemos adorado. Desde entonces se las ve figurar en todos los acontecimientos de aquella villa; en todas las cuitas de sus vecinos se han acordado de sus Santas Reliquias, como mediadoras para impetrar del Altísimo la protección necesaria a sus prosperidades o alivio de sus males. Con motivo de epidemias, escasez de cosechas y otras calamidades, siempre se ha echado mano de la devoción al Santo Relicario. El día de la Ascensión del Señor, que es una de las más grandes fiestas religiosas, después de la función en la plaza inmediata a Nuestra Señora del Mercado, se bendicen los campos, a cuya ceremonia acude numeroso concurso de fieles.