[Resumen extraído de la fuente original]

Entre los graves problemas que se plantean al régimen de la Restauración canovista se encuentra, sin duda, el tratar de asimilar o por lo menos neutralizar, haciéndoles aceptar el sistema de turno pacífico, las diferentes corrientes del republicanismo político. Pero lo cierto es que, al menos hasta 1886, la alternativa republicana, en su modalidad del típico pronunciamiento militar de la más recia tradición decimonónica, constituye una amenaza seria para el sistema. 

El Profesor Martínez Cuadrado opina que las posibilidades de preponderanciad política de los partidos republicanos se esfumaron desde el momento en que estos no supieron buscar un entendiiento con las dispersas fuerzas del movimiento obrero y a su incapacidad para elaborar un programa mínimamente flexible adaptado a las complejas necesidades del país, de forma que "... las facciones o grupos republicanos se vieron constreñidos a la clásica actitud nostálgica identificada por medio de alguno de los nombres más prestigiosos que ocuparon altos puestos de gobierno con anterioridad al golpe de estado del 3 de enero de 1874. Las figuras republicanas actuaron, bien desde el exilio o en un forzado confinamiento político, bien a través de la limitada legalidad que con el sufragio restringido privaba de sus electores de masas a huestes republicanas en los procesos electorales previstos por el liberalismo altoburgués".